miércoles, 8 de diciembre de 2010

Luis Arce: VIDA DE TORERO Y PINTOR.

Ha recorrido un largo camino en la vida y sigue allí, con sus ojos cansados, con las líneas marcadas en su rostro por el paso de los años, con sus dedos encallecidos por el manejo del pincel y con su mente lúcida para contar historias. Cada grieta de su piel llevará grabada alguna historia interesante o traviesa quizás, porque un alma de artista sólo guarda la esencia de historias fascinantes, que según sus palabras "Han estado llenas de travesuras, de sentimientos nobles y aventuras inolvidables".

Cuando era niño vivió en Cuenca, ahora una grande y hermosa ciudad, bautizada como Atenas del Ecuador y Patrimonio Cultural de la Humanidad. "En aquella época apenas era una pequeña ciudad. Estoy hablando de los años 40. Ahora es muy grande". Dijo. Sus más hermosos recuerdos de niño los vivió en la casa de su abuela, ya que ella fue quien siempre estuvo a su lado, lo crió y lo puso a la escuela."Mi abuelita me consentía mucho, yo era un niño muy travieso e inquieto". Dijo.

Su madre, desde que era muy pequeñito se marchó a trabajar a la costa. De ella recuerda una faceta de su vida muy triste. Fue aquella cuando su madre apareció en Cuenca cuando tenía unos ocho años y se lo llevó a la costa, y fue al campo, montaña adentro a ayudarle a ella y a su padrastro en los trabajos como contratistas en faenas que tenían que ver con la zafra de la caña de azúcar, cosechas de plátano, de arroz y otros productos.

Allí le ocurrieron muchos percances que cuando los cuenta sus ojos se enjugan de lágrimas. Era un niño con todas las ganas de vivir, de jugar, de reír, pero, desde que llegó empezó a trabajar bajo las normas estrictas de una madre trabajadora pero rígida, aunque él comenta que exageraba en los trabajos riesgosos que le confiaba ya que él era un niño y cometía muchos errores. El niño era visto como un elemento más de trabajo. En ese lugar sobrevivió a la picadura de un escorpión. Allí se quemó los pies, luego de pisar la ceniza que había sido lanzada del tren, para cambiarla por carbones nuevos. "Yo no sabía que dentro de las cenizas habían brazas prendidas". Durante muchos días no podía caminar y le curaron a base de hierbas. Más adelante le dio paludismo, hasta que por coincidencia su abuela fue a visistarlo y lo encontró en ese estado y lo trasladó a Cuenca para curarlo, fue allí que lo llevaron a Charasol, y recuerda que hubo un médico muy gentil que le agradó y que él lo devolvió a la vida.
Un poco más tarde se entusiasmó con el toreo por un vecino que fue a alquilar en esa casa, se llamaba Arturo Meléndez, él llegó con su familia, pero luego trajo de vacaciones a un sobrino suyo desde Quito, que estaba incursionando en el toreo. "Lo veía todas las tardes practicar, luego que venía del colegio. "El hacía toreo de salón, con el capote, y me invitó a participar y luego me enseñó a torear, al ver la curiosidad e interés míos" . Cuenta emocionado. Le dio dos cuernos de toro, para que se los colocara y actúe como tal. Y le explicaba "Esta es una verónica" ·"Esta es una gaonera". "Este es un farol" "Esta es una chicuelina". Le enseñó todos los pases con la muleta. Le enseñaba como se ponía las banderillas. Los dos hacían de toros y así practicaban y de repente Luis se dio cuenta que le fascinaba el mundo de los toros. "En ese entonces me di cuenta que el resto de mi vida quería torear. Aunque estaba muy pequeño para decidir". Dijo. Luego comenta que toreó en corridas organizadas por el colegio que era muy grande, en donde actuaba su amigo vecino como figura principal. Este le llevó a esa corrida y a otras para que se vaya fogueando y empezó a torear con becerros, apenas tenía doce años. Seguía practicando, pero a la vez tenía que trabajar y le llevó a aprender algo de fotografía. "Conocí al señor Vicente Tello, tenía una hermana llamada Blanquita, Guillermo, Luis Tello, los que recuerdo", con ellos también solíamos cantar, pero yo seguía en los toros". Hasta que más tarde se hizo novillero y lo invitaban a torear en otros lugares. "A mi abuela no le gustaba para nada que yo torée" Dice. Entonces fue a Quito a escondidas de su abuela con el hombre que era representante de los jóvenes novilleros. Intervino en corridas como novillero.
Un empresario español que se llamaba Don Ibarito Ibáñez, nos trajo de Ecuador a Colombia a algunos novilleros jovencitos como Rafael Flores, Manolo Montero, con este último hasta hace poco tenía una gran amistad hasta que supe que se trasladó a Ecuador y allí falleció. Toreamos en Pasto, Popayán. También en Palmira, que era la Plaza de Toros de Cali. Ahora ya construyeron una Monumental.


Seguía toreando con toros grandes. Amigos toreros de aquella época fueron Pepe Cáceres, José(Joselillo) de Colombia, Luis Martínez, Jesús Tenorio. También conocí a Oscar Meléndez, quien venía de Francia toreando. Fui amigo de su linda familia. Su hermana Betty era cantora y bailadora flamenca sobre tablado. Más tarde debía viajar a España pero algo impidió que partiera para allá: Me enamoré. Una mujer me retuvo. Estaba loco por una muchacha. Los dos estábamos locos. Ella me hizo desistir y me hizo pensar que el mundo de toros era muy peligroso. Yo era muy joven y también muy sentimental. Me quedé y me aparté de los toros por esa joven. ¿Pero que iba a hacer con mi vida?. Había vivido de los toros desde casi un niño. Mi vida de buenos hoteles y buena comida se iban a terminar. Por mucho tiempo había vivido en un Hotel llamado Majestic, en Cali. No sabía qué más hacer, sólo torear".

Entonces había conocido a unos pintores Eduardo y Antonio Moncayo. Se acercó a ellos para aprender algo de pintura. "Aprendí a pintar retratos, en óleo, me gustaba más que pintar paisajes. Me gustaba que el retrato tenga un parecido casi perfecto con la persona. También aprendí foto pintura. La foto en sepia que se trabajaba con acuarela y pastel. En ese campo en aquella época había demasiada demanda. Así es que me dediqué a las dos cosas. Mas tarde me casé, con otra muchacha, tuve familia y emigré a Venezuela, endulzado por el dólar. Y decían que aquí había mucho campo para la pintura. Llegando pinté a Carlos Andrés Pérez, Presidente de la República, en ese entonces. Hice también un retrato de otra importante personalidad, del Doctor ArturoUslar Pietri.
También pinté a unos presidentes de la Corte, recuerdo al Doctor José Nuñez Aristimuño, al Doctor René De Sola, Doctor Otto Marín Gómez y otros. También pinté al Doctor José Vargas,
Presidente de los Trabajadores. Hice muchos trabajos más. Me dediqué a retratista en óleo y foto pintura que estaba en auge por ese entonces y era un trabajo de mayor demanda.
Sin embargo, los toros siempre me gustaron, por eso frecuentaba las corridas cada vez que se daban acá en este país, y a veces me hacía amigo de los toreros. Conocí a César Faraco, matador de toros venzolano. Recuerdo también a otro gran aficionado taurino al doctor Tobías Uribe y otros.

Aquí vemos al Matador de toros César Faraco, (El de bastón).
Reconvalecía luego de una cornada ocurrida en México.

Con el destacado Jurista venezolano Tobías Uribe, ferviente
aficionado a los toros, hasta daba autógrafos.

Durante la cena navideña del Club Manuelita Sáenz.
celebrada en el Hotel Alba Caracas.

1 comentario:

  1. Hola,soy Mariana Moncayo hija de Eduardo Moncayo y Magrethe Gonzatez me acuerdo de ti y tu esposa veo que tienes un cuadro de mi padre estoy averiguando y recopilando información y obras de el,obras de mi abueloEmilio no se encuentran ,veo que muchas obras firmadas con E. Moncayo dicen que son de mi abuelo Emilio pero no son de mi padre Eduardo Moncayo ellos firmaban igual ahora Jose Emilio esta firmando igual por eso necesito hablar contigo mi teléfono es 2901459. 4143569 3115617269.

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